Seguimos madrugando para aprovechar el día y desayunar
tranquilos con lo que éramos de los pocos que estábamos por las calles a esas
horas ya que era domingo. Una de las actividades de algunas personas los
domingos es ir a misa y pensamos que podríamos
entrar en alguna iglesia y ver las celebraciones ortodoxas. Con todo el
respeto del mundo vimos unos cuantos trozos de misas ortodoxas con la
consiguiente explicación sencilla para nuestras hijas del porqué de las
diferencias
A las 11h, todos los
domingos se produce el cambio de guardia en el monumento a los soldados caídos
enfrente del parlamento. Fuimos unos minutos antes, nos hicimos las fotos de
rigor con los soldados inmóviles antes de que empezara y conseguimos un buen
puesto de observación. Enseguida empezó a oírse el ruido de un grupo de
soldados desfilando hacia allí acompañados por su banda militar. El cambio de
guardia es toda una coreografía de soldados haciendo sus pasos exagerados pero
estéticamente curiosos al igual que el uniforme de gala que llevaban.
Al acabar, seguimos al grupo de soldados que se retiraban a
su lugar de origen ya que coincidía con nuestro itinerario hacia los museos que
queríamos visitar: museo bizantino y museo Benaki.
Nos dirigíamos al museo Bizantino pero vimos la parte de
fuera del museo de la guerra y dimos una vuelta por sus cañones, tanques y
aviones.
En el museo Bizantino se exponen obras religiosas bizantinas en un
formato moderno y claro. También merece la pena su jardín y el bar-restaurante
adyacente.
Deshaciendo el camino entramos al museo Benaki en el cual al
detectar que eramos españoles conseguimos el único folleto explicativo en
castellano de todo el viaje. Un vistazo rápido para no cansarnos mucho y para ver algunas
de sus colecciones de arte y de costumbrismo.
A la salida cogimos la primera puerta que nos adentraba en
los jardines nacionales para poder aprovecharnos de la sombra y acortar camino
hacia nuestro barrio de Plaka. En los jardines nos dimos de bruces con un
minizoo que al ser domingo estaba bastante poblado de familias con niños (más
que animales). Comida frugal y siesta en el hotel.
Por la tarde queríamos aprovechar para visitar el nuevo
museo de la Acrópolis durante las horas de más calor y así lo hicimos. El
edificio es espectacular y los precios como en todos los museos muy económicos.
Nos centramos en las piezas más representativas para no alargar demasiado la
visita. Es muy curiosa la política errática sobre fotografías en el interior
del museo ya que en algunos sitios eran permitidas sin problema y en otros
prohibidas sin miramientos. Pero a pesar de ese pequeño detalle es un museo que
hay que ver y que debería conseguir algunos de sus objetivos: el retorno de
piezas de la acrópolis y concretamente del Partenón desde museos en otras
partes del mundo.
Para toda la familia las maquetas de la primera planta
fueron muy clarificadoras y supusieron la despedida del museo y de su magnífico
edificio.
El sol empezaba a bajar y decidimos deambular por las calles
de Plaka y Monastiraki. Eso nos llevó de nuevo hacia la zona de la biblioteca
de Adriano y del ágora romana. Allí descubrimos un restaurante especial: vistas
a la Acrópolis, enfrente de las ruinas de ágora, calle no muy masificada,
música tradicional en vivo y sobre todo comida típica bien de precio. Una buena
forma de despedirnos de Atenas.
Desde allí paseando por Ermou y saboreando un yogurt helado
aparecimos en el hotel. Así que dimos las buenas noches de rigor a la Acrópolis
y a dormir.
Al día siguiente teníamos unas horas hasta que nos recogiera
el taxi así que las dedicamos a hacer las compras de rigor por las calles
peatonales de Plaka
El viaje se había acabado y la sensación era de felicidad por
un viaje en familia completo: historia, turismo, diversión, playa, cultura,
gastronomía, experiencias juntos, peleas, risas, compras, cofee, llet, ...
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