A las 7:30h nos recogía un autocar al lado del hotel en el
Hard Rock café de Atenas que nos llevó hasta el puerto para embarcar en
crucero.
El viaje se inició de forma fantástica en la cubierta
superior en una mesa de terraza que nos permitía ver la costa cercana y
disfrutar de la brisa marina.
El viaje a Hydra duró unas 3 horas amenizadas por sirtakis y
bailes similares que lo hicieron parecer más corto.
En cuanto apareció el puerto a lo lejos empezamos a hacernos una composición de lugar para intentar localizar un sitio para bañarnos en las aguas turquesa del mar Egeo. Una vez localizadas unas rocas especialmente preparadas para acceder al agua con cemento y escaleras empezamos a disfrutar de la aproximación al puerto con un plan muy claro.
Bajamos del barco y empezamos a bordear el puerto hacia la
derecha, hacia el lugar elegido. De paso vemos el bonito pueblo y las curiosidad
de la isla: no permiten coches ni camiones (excepto el de la basura) y todo el
transporte lo realizan con burros.
Nos habíamos adelantado al resto que todavía vagaban por el
puerto y llegamos al increíble lugar de baño con aguas transparentes, rodeados
de rocas y absolutamente solos, al menos un rato hasta que llegaron otros
turistas como nosotros.
El tiempo en la isla era muy limitado, lo cual es uno de los
problemas de la excursión, ya que en una hora y media debíamos volver al barco.
El baño lo pudimos alargar durante más de media hora y aún tuvimos tiempo de
callejear y de llegar hasta el fortín con cañones del lado opuesto del puerto.
Hydra es una preciosidad de isla que puede merecer la pena
por si misma.
Muy puntual el barco zarpó hacia Poros, una pequeña isla muy
cercana al Peloponeso del cual lo separa un estrecho por el que pasamos con el
barco. En una hora y media más o menos en la que aprovechamos para comer en el
buffet del barco nos plantamos en el puerto de Poros. La parada duró muy poco
tiempo y la verdad es que no es una isla que nos haya cautivado. Hubiéramos
preferido estar más tiempo en Hydra y ver Poros desde el barco pero ya estaba
hecho.
Después de Poros nos dirigimos hacia Aegina, la más grande
de las 3 islas visitadas y allí, dado que la parada duraba 2 horas también
pensamos que ir a la playa seria lo mejor. Y eso hicimos, al igual que gran
parte de pasaje del barco, pero en esta ocasión a una playa de lo más turística
con chiringuitos, tumbonas, familias y guiris.
Una playa muy bonita que nos dio oportunidad de relajarnos
más si cabe y de refrescarnos sobre todo. Al cabo de una hora y de camino al
barco hicimos varias paradas buscando la compra del producto típico de la isla:
el pistacho, del cual son exportadores mundiales.
Habiendo comprado pistachos para toda la familia nos
embarcamos de nuevo y de camino a Atenas nos deleitaron con un show de danzas
típicas regionales que nos transmitieron una pincelada de la cultura local.
A las 19:30h llegábamos al puerto y alrededor de las 20:00h
ya estábamos en el hotel descansando de un día genial que había encantado a
toda la familia. La idea de combinar la visita más “cultural”, como la de las
ruinas en Atenas, con la más “divertida”, como la del crucero a Hydra, había
sido todo un éxito y por el momento nos íbamos a dormir plenamente satisfechos
y con la Acrópolis iluminada dándonos las buenas noches.
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