Nuestro último día en Estambul empieza pronto para ver la mezquita de Rustem Pasa que se nos ha quedado cada día en el tintero.
Como cada día a primera hora pocos turistas e incluso en esta ocasión pocos lugareños en la mezquita. Estamos solos completamente, aunque eso no quita que a las chicas las obliguen a taparse la cabeza y las piernas.
La Mezquita de Rusten Pasa, en plena área de influencia del mercado de las especias, es famosa por sus mosaicos azules que la cubren en su interior. Es pequeñita, se accede por un pasillo y unas escaleras por la parte de atrás del bazar. Todo ello sumado a que es nuestra última visita del viaje hace que nos lo tomemos con calma y disfrutemos de la calma interior.
Para lo que resta de mañana hemos planeado acabar nuestras compras: regalos, recuerdos y detalles... Al final: algunas camisetas, frutos secos típicos, alguna pulsera de plata, algún anillo de turquesa, te de manzana, mi gorrito típico de turco para engrosar la colección de gorros del mundo, ...
La tienda de recuerdos que hemos encontrado con buen trato y precio aceptable está en la calle del tranvía de la parada de Sultamahnet a Gulhane a mano derecha. El dueño es del Barça, así que es de fiar...
Y esto se acaba... A medido día nos recogen en el hotel para el aeropuerto y vuelta a casa.
Han sido diferentes continentes, diferentes culturas, diferentes religiones, historia de miles de años, monumentos y gente, turismo de zapatilla y pequeños caprichos, tierra, mar y aire, en definitiva, un viaje alucinante, una aventura en familia para no olvidar jamás.
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